Hasta tres caños con nutridos chorros vierten al Eresma en el paseo que transcurre hasta la Fábrica de la Moneda.

Parece algo milagroso el que, en pleno estío del año tal vez más seco de la historia, los manantiales del recinto del Monasterio Saqnta María del El Parral, sigan ofreciendo tanto agua.

Tanto que les sobra.

Y esto que les sobra es lo que vierten al río.

Al final de la ruta, degustación de sandía fresquita.

Queremos agradecer a Gonzalo (el primero a la izquierda) su infinita paciencia porque los participantes no hicimos este recorrido como una marcha, sino como un grato y felicísimo paseo.

Gonzalo habitualmente hace este itinerario bien corriendo, bien en bici, es decir, siempre con velocidad. Ayer tuvo que poner el freno, pero lo asumió magistralmente. Sólo queda darles la enhorabuena y enviarles nuestra más sincera gratitud.

Ojalá haya muchas actividades como ésta.

Mucha salud.