Pretextos

Tesoros de Segovia III - Sábado 1 de abril de 2017

Marcha y visita al Palacio de Riofrío. Organizada por Asociación de Vecinos N.S.Ð.C.

4 - Tobogán

Inés Ayuso Cañas y Adela López García.

Inés y Adela... unos 50 años antes.

En aquellos años, hacia 1965, no había cámaras de fotos en el pueblo (y en Segovia, muy pocas).

En días muy señalados, es decir, unas dos veces al año, venía un fotógrafo de Segovia, por encargo de alguien, y algunas madres se apuntaban para que les hiciera una foto a sus hijos.

Una foto a sus hijos, porque para el resto de la familia no había presupuesto.

Por eso algunos se arrimaban para, con un poco de suerte, salir en la foto.

A veces lo conseguían, como Adela López, que se hace la despistada.

Sin embargo, la que está a mi derecha lo intentó pero sin la decisión necesaria, por lo que perdió esta oportunidad por muy poco.

Estamos a la puerta de mi casa, en la Plaza de Oriente, frente a la morera.

La vacas de Eduardo Pérez Bernardo, a lo suyo en El Simarrón de los Sánchez Álvaro.

El Sotillo. El nombre de este caserío, reconvertido en establecimiento hostelero, lo han cambiado sus actuales dueños, por el de Finca Las Margas.

Pero el original tiene un recorrido de cinco siglos.

A su derecha, el Soto de lal Grajera.

En un segundo plano, El Canalizo, (con sus fresnos) perteneciente a la Dehesa Boyal Ð Madrona.

Le sigue El Lomillo, con sus tierras de labor; después La Cuesta Arnal, a su derecha el Camino de Abades; y el confin de la imagen es la cotera con los términos de Fuentemilanos y Abades, y el Cerro de Civilascos.

Venimos de reconocer, por las varias veces visitado, el Palacio de Riofrío, que transmite historia, riqueza, poderío y ostentación.

Sin embargo, esta casa, de Charo y su contraparte, Jose Bravo Rincón, es la primera habitada que nos encontramos al entrar al pueblo y nos reconcilia con la escala natural de la belleza que no pertenece a las clases palaciegas.

Jose es bichero, como todos los Bravo, por eso ha dejado su anterior vivienda en el centro del pueblo para diseñar y edificar, él mismo, esta bonita vivienda, en la que puede escuchar los sonidos del río y criar ovejas, patos, ocas (las blancas de la derecha)... y vete a saber qué más.

La casa de cuento de esta familia, transmite belleza, serenidad, sosiego y reencuentro con lo sencillo y lo natural.

La rodean praderas por todas partes y, si observamos, se puede comprobar que, aunque alejada del centro, desde la otra fachada podría conocer el trasiego de las puertas del Ayuntamiento.

Y por esta otra parte, mediodía puro, tienen ante ellos todo el Sistema Central, con sus distintas sierras, hoy nevadas, al alcance de su vista y casi de sus manos.

Un prodigio.

Larga vida a toda la familia para disfrutarlo.

Antes de cerrar este reportaje, quiero agradecer y felicitar, en mi nombre, y creo que también en el de todos los participantes, a la Asociación de Vecinos NSÐC por la organización de esta marcha tan interesante y disfrutable.

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